Bacalar es un sitio mágico que ha inspirado a muchos. Una laguna que actúa como un imán para los entusiastas de la naturaleza. Este destino cálido y colorido atrae particularmente a los europeos, especialmente a los franceses en busca de tranquilidad, diversidad y pureza, buscando redescubrir un ritmo de vida humano y vibrar en frecuencias suaves y elevadas.

La comunidad francesa aprecia Bacalar durante sus viajes por la península de Yucatán. Algunos prolongan su estancia para disfrutarlo plenamente, y algunos incluso sueñan con quedarse, regresar, o incluso establecerse aquí de forma permanente.

¿Cómo nos reciben los locales? ¿Cómo podríamos adaptarnos a las costumbres y tradiciones locales? ¿Cómo soportaríamos el clima? ¿Qué presupuesto deberíamos planificar? ¿Cuáles son las leyes mexicanas para un inversoniesta extranjero?

Muchos ya han pensado en estas preguntas y se han aventurado. Todas esas cuestiones encuentran sus respuestas en las experiencias vividas. La teoría y la perfección quedan de lado, ya que se trata de una elección de vida que implica aceptar lo nuevo, la renovación. No es sencillo, no es para todos, pero es posible. Una vez embarcados en esta nueva vida, nos adaptamos, con el paso del tiempo, encontramos las soluciones que nos convienen. La vida en México nos enseña a avanzar "poco a poco."

Este proceso puede ser difícil para los occidentales acostumbrados a controlar cada detalle de su vida, organizar cada milímetro, y soportar el ritmo frenético de llamadas, recordatorios, mensajes, faxes y correos electrónicos. Aquí, al borde de las aguas dulces del Caribe, aprendemos a deconstruirnos para hacernos las preguntas correctas, identificar nuestras verdaderas necesidades, reconstruir nuestros valores y, en fin, avanzar en una vida que nos gusta.

Bacalar no solo encanta con su belleza natural; también experimenta profundos cambios sociales, económicos y ambientales. El rápido crecimiento del turismo y la inmigración ha transformado la dinámica local, creando nuevas oportunidades pero también desafíos. Las infraestructuras evolucionan (o no), la población aumenta y las presiones ambientales se intensifican, requiriendo una gestión sostenible de los recursos naturales para preservar la laguna y sus alrededores.

 La comunidad francófona es bastante grande, con belgas, suizos y quebequenses también presentes. Es agradable sentirse en fraternidad, cruzarse en el mercado, encontrarse por la noche y dar vida a la comunidad francófona, mientras nos integramos con los locales, que al final no son tan locales.

No somos los únicos expatriados: muchas nacionalidades se mezclan, se conocen y coexisten aquí, en la dulce cuna acuática de los Mayas Itzaes. Incluso los mexicanos vienen de varios estados, han pasado por el proceso de adaptación y a veces han inmigrado hace 30, 20, 10 años o incluso solo hace un año.

La tierra, la Tierra no nos pertenece; nosotros pertenecemos a la Tierra. Y es nuestra responsabilidad como humanos respetarla, protegerla de nuestras acciones, valorar todo lo que nos aporta. Pacha Mama nos acoge donde nuestro corazón lo desee; nos toca a nosotros devolver lo que ella nos brinda.

¡A corazón valiente, nada es imposible!

KeRico Bacalar
Soy Bacalar